Areal am Kronenrain, un proyecto alemán de MONO Architekten, con sede en Berlín, integra un aparcamiento con espacios públicos y una llamativa torre mirador. Reconocido por su uso innovador de materiales, su compromiso con la renovación urbana y sus características de sostenibilidad, ha sido galardonado con el título de "Edificio del Año" por el jurado de los Premios Archello 2024.
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Reimaginar las conexiones urbanas
En el corazón de Neuenburg am Rhein, donde Alemania se encuentra con Francia y Suiza, el Areal am Kronenrain representa una audaz visión de la revitalización urbana. Encargado como parte de la Exposición Estatal de Jardines de 2022, este proyecto vuelve a conectar el centro de la ciudad con el recién transformado Stadtpark am Wuhrloch, superando importantes retos topográficos y de accesibilidad.
El proyecto está diseñado para transformar una zona infrautilizada con una importante diferencia de cota de nueve metros en un vibrante centro neurálgico. Un elemento central de esta visión es la armoniosa interacción entre un elegante aparcamiento de varios pisos, una llamativa torre de observación y un elegante puente peatonal. Juntas, estas estructuras forman un conjunto cohesionado que enlaza a la perfección el centro de la ciudad con el parque y los paisajes naturales circundantes.
La Münsterplatz, una acogedora plaza pública, sirve de ancla al proyecto y ofrece un espacio de encuentro accesible. Desde aquí, los visitantes pueden pasear por el puente hasta la histórica Bertholdturm o descender hasta el verde parque y las orillas del Rin. La torre de observación, de 36 metros de altura, es un destino que ofrece vistas panorámicas de la región trifronteriza. Se puede subir por escaleras o acceder a ella en ascensor, y conecta los distintos niveles del proyecto, así como el parque con la ciudad.
Prioridad al diseño pasivo y la sostenibilidad
La sostenibilidad es una característica definitoria del proyecto. El aparcamiento tiene capacidad para 231 vehículos y está diseñado con fachadas perforadas y niveles diáfanos para maximizar la luz natural y la ventilación. Esta estrategia pasiva elimina la necesidad de iluminación artificial y ventilación mecánica, lo que reduce considerablemente el consumo de energía.
Una distintiva fachada de tierra apisonada y acero corten realza las credenciales medioambientales del proyecto. Las capas de tierra apisonada, teñidas con pigmentos rojos naturales, rinden homenaje a la histórica arquitectura de arenisca roja de la región y a las antiguas riberas del Rin. Este material no sólo ofrece durabilidad y ventajas térmicas, sino que también subraya la artesanía implicada en su creación, reflejando los procesos sedimentarios naturales.
Integrar la funcionalidad con la ecología urbana
Más allá de los edificios, el proyecto abarca la biodiversidad y la ecología urbana. Unas jardineras elevadas, integradas en el diseño arquitectónico, y un futuro jardín en la azotea enriquecen el ecosistema local. Estas características, junto con la integración de la torre en el parque, dan prioridad a la coexistencia de los entornos urbano y natural.
Según los arquitectos, el proyecto también se anticipa a las necesidades futuras, con planes para ampliar el puente peatonal como rampa hasta el nivel del parque. Esta ampliación proporcionará una ruta inclusiva y sin barreras, complementando el ascensor existente que admite bicicletas y ayudas a la movilidad.