El proyecto surge de la necesidad de concretar un espacio íntimamente ligado con el concepto culinario particular del chef; un estilo contemporáneo que mezcla la esencia de lo local con lo mejor de la cocina internacional.
El programa se resuelve en una sola planta y 3 zonas principales: el área de servicios (cocina, bodega y sanitarios), el salón y la terraza que se encuentra envuelta por un perímetro de densa vegetación e intervenida por ceibas y chakás. Para resolver el espacio se opta por una reducida gama de materiales utilizados en su forma más simple posible e integrando en todo el proceso materiales reciclados o recuperados; acero, concreto, piedra crema maya, madera de la región principalmente, chucum y mosaicos de pasta se mezclan para darle forma a un espacio ecléctico y atemporal que de manera innovadora y elegante le da nueva vida a materiales que de otra forma se perderían en basureros o incinerados.
Un ejemplo de ello es la fachada en la que se utiliza un sistema especialmente diseñado para el lugar formado a partir de cortes de piedra crema maya obtenida de escombros soportados por una retícula de tubulares negros, ambos rematados por una cara interior de panel de cemento. Para el mobiliario se utiliza madera recuperada de la que destaca la corteza de zapote de la barra o la retacería de madera dura que ahora forman las mesas centrales, las sillas y candiles en el salón. Se utilizan elementos recuperados como las puertas antiguas que forman el muro en el espacio que separa el salón de la cocina, los mosaicos de pasta que le dan un toque de identidad a pisos y cubiertas o la rueda de carreta que se transforma en la lámpara del acceso. Lo anterior se complementa con mobiliario industrial clásico del diseño internacional y diversos cuadros y fotografías junto con una iluminación adaptable al ambiente exterior que terminan de conformar un espacio que se percibe como un viejo conocido o un nuevo clásico.