De acuerdo a la leyenda popular china, el descubrimiento del té fue una maravillosa coincidencia que se le atribuye al emperador chino Sheng Nung, que se encontraba descansando bajo la sombra de un árbol silvestre, cuando una ligera brisa agitó sus ramas y desprendió algunas hojas que cayeron en una pileta cercana de agua hirviendo, provocando que se creara una infusión de aroma agradable y que el monarca decidiera probarla y quedara cautivado por su sabor.

Camelia, Salón de té, es la interpretación de estos hechos, que busca generar a partir del diseño, una experiencia que involucre todos los sentidos.

El espacio original de la casa era el punto de reunión donde la familia y amigos tomaban el té, lo que agregó una carga de simbolismo importante a la propuesta. El espacio interior se divide en dos, conectados por uno al aire libre. Al entrar al primer espacio, te recibe un muro pantalla y una sección del cuerpo del espejo de agua que pasa por debajo del muro, que oculta a la vez, mucho de lo que pasa del lado contrario. Posteriormente el espacio al aire libre: una terraza que funciona como conector de ambos interiores, busca que los visitantes interactúen de manera más directa con todo lo que les rodea, desde el mobiliario hasta la vegetación. Por último, el espacio principal que culmina el recorrido —una extensión del recibidor— contiene el resto del cuerpo del espejo de agua, forrado de lámina oxidada que se interrumpe para generar una pequeña banca de madera situada debajo de la copa de un árbol invertido que corona el espacio.

La composición de la propuesta es más que una mezcla de colores, formas y texturas, se trata de una experiencia donde los sentidos guían el recorrido; es la historia la que da sentido al espacio y el diseño es la herramienta para materializarlo.

Esta intervención se encuentra en Casa Besign 2019.
