El dúplex Clark está concebido como una galería habitable que evoluciona constantemente y se adapta a las diversas necesidades cotidianas. Este meditado diseño crea un entorno tranquilo, en el que cada habitación ofrece una nueva perspectiva del contexto urbano circundante. En toda la residencia, las vistas están cuidadosamente resaltadas y enmarcadas por la arquitectura, tanto hacia el exterior como hacia el interior, invitando a los residentes a relacionarse con cada elemento de una manera única e íntima. Este enfoque dinámico transforma la casa en un espacio vivo, que respira y anima a explorar y descubrir las huellas del pasado.
Esta residencia, situada en el barrio Mile-End de Montreal, forma parte de un conjunto de casas adosadas construidas a principios del siglo XX. El proyecto de renovación recupera la huella original del edificio, consolidando su geometría compacta y funcional. La nueva planta contribuye a la restauración del edificio y restablece el acceso al piso superior mediante una escalera interior, liberando así la fachada. La piedra gris rústica se ha limpiado para resaltar el balcón, la cornisa y la jamba ornamentada, que se han reconstruido respetando el patrimonio de la zona. La parte trasera y la nueva planta se distinguen del volumen original por un revestimiento de zinc de junta alzada. Este volumen metálico se inspira en los cobertizos y otras dependencias construidas en el callejón. En la parte trasera, esta inspiración se refleja en el original volumen en forma de "L", cuyo espacio exterior adyacente permite crear una terraza y un balcón, en continuidad con los espacios interiores. Esta sucesión de espacios exteriores ofrece continuidad entre el interior y el exterior en todos los niveles, al tiempo que proporciona intimidad a las dos familias.
La residencia se distribuye en torno a un volumen central que divide el espacio a la vez que resalta cada zona, para revelar un entorno vital acogedor, donde cada momento invita a la exploración y el descubrimiento. Se revelan vistas que cambian constantemente, uniendo espacios y niveles mediante muebles empotrados, a la vez estéticos y funcionales.
Abrazando su sencillez, el interior presenta matices que evocan el mundo natural para componer un entorno envolvente. Este enfoque crea una atmósfera armoniosa, en la que cada detalle contribuye a una sensación de tranquilidad y confort. Esta fusión de colores y materiales forma un telón de fondo sereno, que contrasta con el heterogéneo contexto urbano. Los tonos suaves se funden con el espacio, mientras que los materiales naturales, como la piedra y la madera, se utilizan ampliamente, produciendo un ambiente táctil y orgánico.
Los únicos espacios realmente diferenciados son el dormitorio principal y el despacho, debido a su ubicación en el piso superior, pero incluso aquí, una escalera de doble altura y abierta proporciona un vínculo visual entre los niveles, preservando la sensación de apertura.
El edificio incorpora tecnologías innovadoras para hacer la vida cotidiana más práctica y eficiente. Los sistemas de control domótico permiten gestionar a distancia la iluminación, la calefacción, el aire acondicionado y la seguridad, garantizando al mismo tiempo un consumo responsable de energía. La integración de paredes aislantes de doble armazón, la instalación de ventanas y puertas de triple acristalamiento y la calefacción por suelo radiante contribuyen a mejorar notablemente la eficiencia energética y el confort.
La casa no sólo dialoga con el contexto construido, sino que también ofrece un refugio donde el tiempo parece ralentizarse, permitiendo la contemplación del paisaje urbano. El resultado es un santuario en medio del ajetreo de la ciudad.