La intervención de esta casa de la década del 60 en uno de los primeros barrios cerrados de la provincia de buenos aires, es parte de la continua investigación sobre la afectividad en la arquitectura sobre la cual venimos trabajando. La fragmentación del espacio justifica un enfoque funcional y material capaz de crear una continuidad de la experiencia espacial. Los espacios se unen prestando especial atención a la naturaleza de los materiales, las fugas al exterior y su resonancia. La cocina abierta al jardín encarna los lugares en los que se despliegan o anclan los momentos de encuentro. El living, este espacio pequeño y desigual se convierte en un lugar de convivencia entre experiencias complementarias y sensibles. Esta sociedad de micro-lugares y la diversidad de las relaciones espaciales que se mantienen, definen la condición de su convivencia en estos ambientes, entre naturaleza y espacio, presencia y ausencia, juego y yuxtaposiciones, adiciones, transparencias, luces y naturaleza.
Equipo:
Arquitectos: Karine Kreth Arquitectura
Fotógrafo: Javier Agustín Rojas