MI1 es la primera parte de un tríptico de tres casas familiares situadas a lo largo del río Mille-Îles en Laval. Esta primera casa, la más luminosa de las tres, está revestida de ladrillo blanco con las estaciones pintadas, lo que le da un carácter único en el barrio. 
 Inspirada en la arquitectura vernácula de Laval durante la época de la isla como centro turístico, la residencia ofrece una reinterpretación contemporánea de la tradicional casa de campo canadiense con su tejado a dos aguas.

Los tres volúmenes que componen la casa contienen cada uno una parte del programa. El volumen paralelo a la calle contiene el garaje, el vestíbulo y los espacios habitables, mientras que los otros dos, perpendiculares a ella, contienen las zonas de descanso. La entrada principal se crea en la intersección. El volumen más cercano a la calle, situado en la primera planta, incluye dos dormitorios y un baño. El otro volumen de arriba es para la suite principal, dándole un carácter más privado y grandioso con su techo de catedral y su vista al río.

El principio rector del proyecto fue trabajar sobre la noción de intimidad para ofrecer espacios resguardados del barrio y del tráfico del bulevar des Mille-Îles. La estrategia de los arquitectos fue concentrar las vistas del río justo detrás, reforzando la impresión de estar en la naturaleza y no en los suburbios. Por ello, los espacios habitables se han colocado debajo, ligeramente enterrados desde el nivel de la calle para encontrarse con la orilla del río. Cuando estás en el corazón del espacio, te sientes solo en el mundo.

Una pared multifuncional hace las veces de despensa y vitrina en la cocina, de librería expositora en el comedor y de mueble de almacenamiento en el salón. Este mueble integrado, como una cinta, dobla la esquina y se convierte en la barandilla de la escalera, y luego en el guardarropa de la primera planta. Este gesto elegante y estructurante envuelve los espacios comunes, protegiéndolos un poco más del entorno exterior.

Como los espacios habitables dan al río en el lado norte, para tener acceso a la luz del sol y al mismo tiempo preservar la intimidad, los arquitectos perforaron una claraboya en el salón sobre la escalera, otra en la intersección de los dos pasillos y una en cada baño a modo de ventana. La luz cenital proporciona una iluminación uniforme y majestuosa. Además de estas aberturas verticales, los arquitectos crearon ventanas a cada lado del pasillo de los dormitorios para crear un eje luminoso que haga circular la luz de sur a norte.

Los cuartos de baño están revestidos con azulejos de cerámica y terrazo blancos, mientras que los salones y los dormitorios están revestidos con suelos de arce canadiense resaltados por paredes de color crema. Esta paleta minimalista de materiales claros refuerza el ambiente luminoso y relajante de la casa. Una casa con sensación de refugio cerca del entorno urbano.