Situado en uno de los ensanches de posguerra más acomodados de Turín, el piso constaba originalmente de dos pequeñas unidades contiguas. Los nuevos propietarios, una joven pareja de profesionales, solicitaron una renovación completa de la planta original del complejo para disponer de un espacio luminoso, abierto y flexible que pudiera acoger a su creciente familia en el futuro.

La intervención se centró en la unificación y racionalización de las dos unidades en una nueva entidad funcional completa en la que, sin interrupción, el espacio pasa de la zona pública a la zona mixta y a la zona privada con un flujo suave y natural que no requiere particiones innecesarias y que, sin embargo, garantiza los niveles necesarios de privacidad para cada espacio.

La sala de estar de planta abierta está llena de luz natural gracias a las numerosas ventanas y está enriquecida por una pared de mármol que se convierte en la bisagra de la distribución espacial. La pared conecta y separa al mismo tiempo las zonas de noche y el despacho, a través de gigantescas paredes correderas que permiten abrir o cerrar el espacio según las distintas necesidades.

Todos los demás espacios de la casa se entrelazan en torno a este núcleo público, y una paleta coherente pero variada de colores claros, superficies preciosas y materiales delicados crea una atmósfera pálida y sofisticada en toda la casa.

Sobre este suave fondo, antigüedades familiares seleccionadas, recuerdos de diferentes épocas y continentes, juegan con otras piezas de diseño contemporáneo, en un diálogo que parece unir Oriente y Occidente, pasado y presente, minimalismo y decoración.
