Revivir una iglesia parroquial del siglo XI significa conocer su historia y, sobre todo, las causas de su abandono, a veces debido a intervenciones historicizadas pero incongruentes y nocivas para su organismo más íntimo. El complejo está compuesto por dos edificios de diferentes orígenes, la iglesia y la casa del cura, resultado de superposiciones ocurridas a lo largo del tiempo, algunas de valor histórico significativo, otras adiciones recientes, carentes de valor y fácilmente reconocibles, así como un pequeño cementerio cercado de propiedad municipal.
El proceso considera el acto de conocimiento introductorio y de apoyo a las elecciones de diseño, requisito de un método necesario para la investigación crítica y el consiguiente proyecto de restauración. La intervención se precede por un análisis cuidadoso de la estratigrafía material e histórica que apoya las decisiones tipológicas y morfológicas necesarias, con el fin de hacer nuevamente habitable el complejo monumental.
Tener un conocimiento suficientemente completo del edificio ha permitido comprender cómo, a lo largo de toda su historia (desde los registros del siglo XIV hasta la documentación de las décadas más recientes), el cambio de usos, la modificación de los caminos de conexión y de las aperturas, así como la adición, eliminación o sustitución de porciones enteras del edificio han sido sin duda el medio más eficaz y útil para garantizar su conservación.
Por lo tanto, las intervenciones de restauración propuestas se integran con unidad teórica y metodológica en el texto histórico, con un lenguaje contemporáneo coherente, conforme y resonante con las evidencias monumentales y documentales. La historia, junto con la escucha del monumento y el estado de los lugares, ha sido en definitiva la pista principal, el referente de diseño más importante que ha guiado y orientado cada elección de intervención, caracterizada por una serie de modificaciones que consideramos como mejoras significativas en la preservación global del bien histórico.