Proyectar un edificio de tan sólo 1 m2 invita a plantearnos dónde está el límite entre vestir y construir. A menor superficie, más similitudes parecen existir entre uno y otro. El proyecto trabaja en ese punto en que el vestido se convierte en una estructura, manteniendo los rasgos e incluso las características propias de las piezas de vestir, trabajando en una zona intermedia entre la confección y la arquitectura.


En la entrada de un complejo de oficinas era necesario ofrecer protección puntual de las inclemencias del tiempo para el guardia de seguridad que ayuda en el control de accesos. Para ello, el proyecto ofrece simplemente un abrigo y un sombrero como capas añadidas a las del vestido propio. De la misma manera que quien se quita la chaqueta y cuelga el sombrero, el proyecto intercambia el movimiento: en lugar de ser las prendas de vestir las que se separan del cuerpo, es el cuerpo el que se separa de éstas.


Esta lógica se traslada también al sistema de montaje, formado por un envoltorio y una tapa fabricados en taller y simplemente ensamblados en obra cubriendo un cubículo prefabricado previamente existente. La estructura ligera y el acabado de las superficies -chapa metálica plegada en zig-zag- remiten al edificio de oficinas al que se accede, aunque también nos hablan de los miriñaques, los polisones o los plisados propios del ámbito de la confección.


Equipo:
Arquitectos: Jaume Bach, Anna Bach y Eugeni Bach
Colaboradores: Silvia Ripoll, arquitecta; Jaime Andrade, estudiante, Rémi Madrona, estudiante (maqueta), Masala consultors, estructura.
Promotor: Banc Sabadell, SA
Constructor: Inclos Interiorisme, SL
Fotografías: Eugeni Bach


