El local se ubica en la calle Tetuán de Santander, en uno de los puntos calientes de actividad gastronómica de la ciudad, donde predominan los restaurantes tradicionales especializados en pescados y mariscos. Dentro de este panorama, “La Hermosa de Alba” propone una cocina diferente, tomando como base el producto de la tierra pero aplicando técnicas culinarias diferentes, en un ambiente desenfadado, innovador y fresco.
El local es de dimensiones reducidas y está ubicado en un edificio entre medianeras, el acceso desde la calle está al norte, y presenta una pequeña porción de fachada, mientras que la fachada sur mira a un patio de luces.
Se propone un tratamiento de los paramentos en dos colores. El suelo de cerámica gris continua por los paramentos verticales formando un friso en todo el espacio, mientras que el resto de los paramentos verticales y el techo son blancos, buscando una base neutra y luminosa y funcional.
El espacio de planta rectangular se organiza con una trama de líneas paralelas en su sentido longitudinal, equidistantes entre sí. Dichas “líneas” se materializan mediante unos listones de madera que recorren de forma continua las paredes y techo del local, dotando al mismo de una estructura que nos permitirá organizar los distintos elementos que conformarán el restaurante.
Las “líneas” se van quebrando para resolver las distintas necesidades funcionales, como los bancos corridos, las mesas altas, las zonas de almacenaje, el botellero y portacopas…etc al mismo tiempo que ordenan y esculpen el espacio, generando multitud de perspectivas y superposiciones de tramas en función del punto de vista en el que nos situemos.
Dentro de este “contenedor” de fondo neutro y elementos lineales, una gran barra central se presenta como elemento protagonista del espacio, ubicándose en el medio del mismo y convirtiéndose en el centro de operaciones del restaurante, ya que combina el uso de barra con el de gran mesa central.
El resto de los elementos como carpinterías metálicas e iluminación, continúan con la premisa formal linear, potenciando el juego de superposición de tramas y geometrías planteadas por los listones de madera.
Solo en lugares muy localizados y puntuales, como son la fachada, la cocina y los aseos, los revestimientos cerámicos de pequeño formato y colores vivos cobran protagonismo, en contraposición a la composición neutra y sosegada formada por la madera de haya vaporizada, el cerámico color gris cemento y el blanco del monocapa rústico.
