La Posada Maria Flor es un hotel boutique con 12 habitaciones, situado en la isla de Fernando de Noronha, Patrimonio Natural de la Humanidad (UNESCO, 2001). El proyecto es fruto de la colaboración entre Priscilla Muller Studio y Solo Arquitetos, y fue concebido como una esponja de su contexto, buscando absorber e integrar arquitectura y naturaleza de forma sutil, respetuosa y responsable. La principal propuesta fue mantener en todo momento a los huéspedes conscientes de su estancia en una de las islas más bellas del planeta.






Construir en un lugar tan especial es tan gratificante como desafiante. Naturalmente, al tratarse de una isla, la premisa básica del diseño fue la inteligencia constructiva, basada en una construcción modular -realizada casi en su totalidad con estructura de acero- buscando siempre el menor impacto medioambiental posible. Por ello, el edificio aprovecha la morfología original del lugar, basándose en tres niveles principales y tres bloques diferentes que están conectados por una pasarela que recorre todo el edificio. Este diseño nos permitió organizar los espacios, creando diferentes grados de privacidad, así como diferentes oportunidades visuales.






El primer bloque, más próximo a la calle, alberga las áreas colectivas del hotel, la recepción y la dirección en la planta baja, el restaurante en la planta intermedia y un espacio polivalente en la losa de la azotea, en el nivel superior, con una vista especial del Morro do Pico, uno de los principales atractivos de la isla. El segundo volumen alberga el bloque de apartamentos, con sólo un espacio técnico en la planta baja que sirve de apoyo al personal. Las habitaciones situadas en el nivel superior tienen una vista increíble del Forte dos Remédios. Entre el primer y el segundo bloque, hay un generoso patio que sirve tanto de recepción como de espacio de reunión para los clientes, y que fue magistralmente realizado por el paisajista Alexandre Furcolin. Finalmente, en el último bloque, tenemos la piscina del hotel -revestida por completo de cuarcita Botanic Green, una exuberante piedra brasileña- en un entorno totalmente privado y prácticamente inmersa en el bosque autóctono de la isla. La composición en tres bloques crea una sensación natural de flujo, donde los espacios conducen al huésped por todo el recinto, como si fluyeran dentro del edificio, como el agua fluye dentro de una esponja marina.






En cuanto a la materialidad, el hotel se consolida básicamente con tres materiales principales: la piedra natural en bruto que recubre los bloques de la planta baja, la estructura de acero aparente pintada en un tono verde oscuro, y los paneles de cierre y las lamas de Accoya - una madera modificada que ofrece una combinación de durabilidad, estabilidad y versatilidad, un ajuste sorprendente teniendo en cuenta las condiciones climáticas de la isla. Estos planos de lamas constituyen el principal elemento estético del hotel, disolviendo los límites entre interior y exterior, permitiendo al huésped estar siempre conectado con la naturaleza de alguna manera, ya sea con una vista del paisaje, ya sea con la brisa de la isla, o quizá incluso con las sombras danzantes de los paneles de lamas a lo largo del día.





El lenguaje contemporáneo del edificio se refleja también en los interiores, con una paleta limitada de materiales, planos sencillos y bien definidos, destacando siempre la sencillez y elegancia de las instalaciones del hotel. La idea principal es que la arquitectura del edificio ofrezca un espacio acogedor, resguardado y confortable, sin asumir un papel protagonista sobre la exuberancia natural de la isla. Al fin y al cabo, el hotel es esencialmente un lugar de descanso, un retiro para sus huéspedes en Fernando de Noronha.

