La Galería Oever, situada en Ostende, toma su nombre de la palabra neerlandesa que significa "orilla". Las raíces de la galería están profundamente entrelazadas con la cultura del graffiti, el arte callejero y urbano que define la ciudad y que sirve de base al concepto de diseño interior.


El proyecto encarna una inversión creativa, una reinterpretación del lienzo convencional de un artista callejero -el paisaje urbano- representado con un toque refinado y minimalista dentro de los confines de la galería. El resultado es una representación despojada que capta la esencia de la jungla de cemento.


El espacio diáfano, fácilmente dividido en zonas mediante un versátil sistema independiente, permite una flexibilidad sin fisuras. Se puede montar o ampliar sin esfuerzo, en cualquier momento y lugar, sin necesidad de herramientas.



