Las irregularidades del terreno y la densa vegetación autóctona del bosque atlántico plantean retos y oportunidades únicos para el diseño arquitectónico. Para sortear las complejidades del lugar, se optó por una solución estructural basada en pilares de madera, que no sólo proporciona estabilidad sino que crea una relación armoniosa con el entorno. El diseño se basó en la antigua casa existente en la propiedad, cuya mampostería y cimientos constituyen la columna vertebral del proyecto actual.


Para mejorar la experiencia de vida, se introdujo una terraza que rodea la casa principal, fomentando una conexión perfecta entre los espacios interiores y exteriores. Esta terraza actúa como umbral, difuminando las líneas entre el entorno construido y el exuberante paisaje, lo que permite a los residentes sumergirse en la belleza natural del bosque atlántico.


Además de la residencia principal, se diseñó un volumen anexo, denominado "casa diminuta". Esta exploración de unidades habitables mínimas encarna el principio de fragmentación, según el cual cada espacio sirve a un propósito distinto al tiempo que contribuye a una sensación general de unidad. El salón, caracterizado por sus amplias aberturas, sirve de transición fluida entre el interior y el exterior, invitando a la naturaleza circundante al corazón de la casa.





La estrategia paisajística da prioridad a la conservación de las especies endémicas, garantizando que los árboles frutales existentes -como el cacao, la carambola, la jabuticaba y el plátano- permanezcan intactos. Estos árboles contribuyen al ecosistema local y atraen a una gran variedad de aves, lo que aumenta la biodiversidad de la propiedad.



La generosa iluminación y ventilación naturales impregnan el diseño, permitiendo que la casa se abra completamente a la terraza. Esta terraza se ha convertido en un sereno mirador que ofrece impresionantes vistas del mar, al tiempo que integra el entorno construido en el encantador paisaje del bosque atlántico.


