Imaginamos, entre todos, una vivienda en la que nos gustara vivir, luminosa y exhibicionista para quedar con los amigos, decían unos, íntima y en penumbra, los más remolones. Una vivienda con personalidad múltiple y consciente de los cambios de estación. Una vivienda que nos permite abrirnos a dos hábitats diferentes; el de la calle, enmarcado en un nuevo desarrollo urbano pero cerca de la vida de villa de Vallecas, y el del patio de manzana acotado y seguro.
Consecuencia de estas premisas es una vivienda pasante con un espacio para la intimidad y otro para la vida social, un espacio estático y otro cambiante. El espacio de relación, se convierte en un espacio al aire libre cuando el tiempo lo sugiere o cerrado cuando hace frío, mediante una carpintería sin montante en la esquina. De este modo no perdemos metros cuadrados en invierno y disfrutamos en verano de una terraza de las dimensiones de un salón.
Otra gran apuesta del proyecto fue mejorar la vida comunitaria cuidando los espacios comunes e interconectándolos visualmente para multiplicar los encuentros entre los habitantes. En otros edificios generalmente las escaleras son cerradas y los accesos oscuros desde los ascensores a las viviendas, aquí se han abierto e iluminado naturalmente. Las escaleras se elevan en voladizo hacia el patio que da al sur, lo que las convierte en un buen lugar para conversar con un vecino, o simplemente para saludarte mientras caminas hacia tu propio espacio privado. El patio es el centro de la vida común del edificio, con espacios para niños y un largo banco curvo estratégicamente ubicado justo al lado del área más transitada de la planta baja.