Situadas en un lugar privilegiado dentro de un enclave privilegiado, las casas de Asu están diseñadas para interpretarse como viviendas unifamiliares claras que bailan al mismo son, una composición de volúmenes en movimiento provocado por la adaptación al desnivel que mantienen su independencia una con respecto a la otra y forman parte de la misma familia. Éste movimiento confiere amabilidad al volumen, dinamismo y riqueza visual. Por un lado cada vivienda está adaptada a las necesidades de cada inquilino; por otro, todas las viviendas tienen en común acabados suaves, amables y el aprovechamiento máximo de la luz que las alimenta en relación íntima desde el mar Cantábrico.
El juego volumétrico se antoja esencial. Su movimiento vertical y horizontal, además de facilitar la adaptabilidad a la pendiente del terreno, posibilitan la entrada de luz y contribuyen a quitar peso y tosquedad al conjunto, independizando al mismo tiempo las unidades y pudiendo entenderlas como un conjunto de viviendas unifamiliares. En un acto de arraigo desesperado a sus cimientos la base surge del terreno y es separada del resto a modo de pedestal, enraizando los volúmenes al terreno. Éste hecho se presenta (fortalece, ensalza) con la elección de la piedra caliza, natural, al corte, y bloques de ésta misma caliza maciza para los detalles de acceso a las viviendas.
Las múltiples ventajas del corcho proyectado, un material flexible, ignífugo, impermeable y aislante, son aprovechadas para cubrir toda la fachada y teñirla de un blanco impoluto, purificando así el juego volumétrico.