180DANZA es casa. Casa para los y las bailarinas que buscan un espacio para formarse, creciendo no sólo como profesionales sino como personas. Pasan muchísimo tiempo ensayando y conviviendo en la escuela, que es también salón, comedor, sala de estar o cocina ...


Con un presupuesto muy ajustado, Iker Karrera y Fernando Lázaro buscan renovar la imagen de su escuela de danza, no sólo mejorando su funcionalidad sino definiendo el espíritu de 180DANZA. La escuela se proyecta como una extensión artística de las propias clases de danza que imparten sus profesores.


La gran sorpresa surge al retirar el falso techo que cegaba la cubierta a dos aguas de esta nave típica de Madrid. Este gesto abre el paso a la luz cenital, que ilumina el distribuidor principal. Este, una vez eliminada la compartimentación excesiva, se convierte en un espacio activo, cultural y versátil. En él, unas gradas móviles permiten configurar diferentes posibilidades de disposición de mobiliario, adaptándose a las diversas situaciones que ocurren en la escuela. Los espacios comunes son ahora el corazón de la escuela, generando un espacio de relación junto a la escalera.


Desde la voluntad de recuperación y reinvención de las existencias, trabajamos una imagen derivada del uso comedido de tan sólo dos materiales que la propiedad tenía posibilidad de conseguir:
1. Paneles de HPL para mobiliarios y carpinterías
El mobiliario existente se reutiliza y se transforma dándole una segunda vida. Utilizando planchas sobrantes de HPL empleados en las gradas, se genera una barra donde trabajar o tomar algo. Creamos unos “tronos” muy simples para el espacio de hall. Los bancos existentes se forran, aprovechándose también como percheros y espalderas.


2. Policarbonato ondulado como único material de trabajo en tabiquerías y particiones:
Las planchas de policarbonato ondulado se utilizan como material principal para generar particiones y tabiquerías. Su fácil doblado permite mucha maleabilidad y la generación de curvas, y su efecto translúcido deja entrever las huellas de lo existente, aportando un efecto y luz especiales. Se reaprovecha la barandilla que deja entrever sus barrotes y el mostrador existente que se fragmenta y recompone.
Estos dos materiales generan la imagen única de la Escuela, obligándonos a utilizarlos de forma creativa y no convencional. Se aprovechan todo el resto de materiales, dejándolos en bruto o manteniendo y recuperando las carpinterías existentes en vez de sustituirlas. Como táctica general, es el color el que complementa, unifica y genera espacios atrayentes y funcionales. Los tonos fríos se utilizan en zonas estanciales o de reposo, mientras que los tonos cálidos se aplican para zonas activas, de tránsito y actividad.


Los vestuarios y baños se renuevan en funcionalidad, con una intervención esencial de saneado que mantiene las puertas de las cabinas, reordena los lavabos e inodoros y recupera lo bancos existentes. La estrategia de intervención se unifica gracias al color, que se aplica igualmente a paredes, suelos y techos.


Mensajes distribuidos por la escuela recuerdan la importancia de los sueños, la ilusión del trabajo constante y la pasión por la danza. La señalética de los espacios se relaciona con la propuesta general, reutilizando retales de metacrilato que dialogan con los tabiques de policarbonato.


Equipo:
Cliente: Escuela Danza 180
Arquitectos: estudio cumuloLimbo
Arquitecta: Natalia Matesanz Ventura
Colaboradoras: Laura De Torres, Irene Landa, Clara Guixeras Miró
Asesoría y Soporte Técnico: Jorge López Hidalgo
Construcción: IG Israel Guevara
Fotógrafo: Javier de Paz García


