La casa FT parte del respeto hacia los elementos que la iban a rodear. Su situación, en el borde del casco antiguo de Maluenda, en un solar a los pies de la Iglesia Mudéjar de las Santas Justa y Rufina -silueta dominante en el perfil del pueblo-, cuyo muro de mampostería perimetral era parte del antiguo trazado histórico de la muralla originaria, fue fundamental en la configuración del proyecto.
Estos antecedentes nos hicieron atender a dos aspectos que iban a marcar las pautas en nuestras decisiones posteriores. Por una parte, preservar las huellas del pasado que existían en la parcela, conservando el muro de piedra de yeso que la delimitaba. Por otra, siendo conscientes de que la cubierta del proyecto iba a representar verdaderamente la quinta fachada del mismo. La construcción es sencilla, y por lo tanto coherente con el proyecto. Responde también a la presencia del potente muro de piedra de yeso y de la iglesia en un nivel superior.
Bajo la cubierta, la vivienda se desarrolla en una única planta creando un mundo propio de referencias en su interior a través de patios, y realizando conexiones visuales con el exterior desde huecos elevados que focalizan el interés en los puntos más relevantes del entorno. Se generan tres cuerpos en dirección norte-sur, acordes a gradación público-privado, y cosidos de este a oeste por un elemento apoyado en el muro de yeso original.
El primero de los cuerpos acoge el programa más público: salón-comedor, cocina, acceso, vestíbulo y aseo. El segundo, lo más privado: habitaciones y baño. El tercero, la zona de servicio: garaje e instalaciones. El elemento irregular de cosido permite circular entre estos cuerpos, generando por su propio trazado, espacios de servicio polivalentes: zona de estudio, de lavado y planchado. La generación de estos tres cuerpos se consigue intercalando patios, cada uno de ellos con características muy precisas relativas a privacidad y función: público, privado y funcional.
La composición volumétrica es relativamente sencilla, yendo los criterios adoptados dirigidos a proporcionar una base de contemplación serena de la Iglesia, entendiendo que la arquitectura no se produce de manera ajena al lugar.
