Dentro de la Huerta El Garambullo, hay un bloque que funciona como área común para las actividades al interior. Este volumen de piedra es una de las construcciones originales del conjunto, donde ya existía una pequeña barra al fondo, a modo de cocineta.



Cuando se rehabilitó la huerta como una casa de campo para recibir visitas, se encontró que la cocina era pequeña e insuficiente. Se decidió mantener la barra existente con sus características rústicas y originales, concentrando el área de refrigeración, cocción y lavado, junto con algunas mejoras menores.



La intervención importante se centró en dos elementos nuevos: en primer lugar, se amplió la superficie de la barra con una isla. Este mueble cumple una doble función, siendo una mesa de trabajo hacia el interior y, con un ligero cambio de material, una barra para comensales hacia el frente. De un lado, cajones, canastas y repisas complementan el almacenamiento y equipamiento de la cocina, y del otro, bancos para acompañar a quien esté cocinando o para compartir un desayuno en la barra.


La segunda pieza, más importante y divertida, fue una alacena explotada sobre el muro de piedra. El reto era resolver aún más necesidades de almacenamiento y exhibición de los elementos de cocina en un espacio reducido, que además comparte con la sala y estancia del proyecto en general. Antes, había un mueble antiguo, robusto, pesado y muy incómodo, que acaparaba casi todo el espacio y la circulación.


Para sustituirlo y abrir el flujo del espacio, se diseñó un mueble que se deslinda de su contenedor y sus barreras físicas, generando un elemento ligero, desmembrado y multifuncional. La tradicional alacena se reduce a sus partes componentes: gabinetes, repisas, canastas, colgadores y otros accesorios que sostienen alimentos, condimentos, decoraciones y algunas rarezas de la colección de la familia.


Usando el muro de piedra volcánica como fondo y elemento portante, las piezas de herrería se integran casi flotando en un paisaje libre, casi aleatorio.

El mueble se convierte en una especie de vestimenta del muro, cargado de piezas de artesanía de toda la república, de artistas amigos, frutos y flores de la zona, y todas las herramientas para comer y beber.

Los límites visuales entre la sala y la cocina se desdibujan, creando un espacio integrado para la convivencia de las visitas de un fin de semana en San Juan Atezcapan.


Colaboradores:
Jessica Young – Diseño
Dos44 - Carpintería y Herrería Especializada
Camila Cossío - Fotografía

