Encontramos un espacio fragmentado sin un orden aparente. Un espacio que se ha ido adecuando a las necesidades propias del negocio a lo largo del tiempo.

Empezamos el proyecto ordenando el programa en dos espacios claramente diferenciados.
Un primer espacio expositivo con un carácter más público y vinculado directamente con la calle. Espacio entendido como una pequeña plaza anexa a la vía pública. Plaza que se articula, se organiza partiendo de un volumen central, como si de un kiosco se tratara. Un volumen que genera a su vez otros espacios con sus lindes según su ubicación. Espacios, áreas con diferentes cualidades que responden al programa requerido.

En este volumen, caja, ubicamos el corazón del programa donde se genera y manipula el producto luego expuesto, el taller. Un taller que se expone al público para ver y ser visto a través de un gran ventanal.

Un segundo espacio con carácter más privado organizará de una forma más convencional el resto del programa: consultas, baño, almacén, sala de espera, escalera...


