Carlos, el farmacéutico me dijo: “se trata de hacer una farmacia sencilla, con una fachada barata, con carácter y que no me dé muchos problemas con los grafitis”.

El interior se pintó de blanco, al igual que las estanterías de madera, y se colocaron unas finas luminarias de tubo fluorescente descolgadas del techo con tensores. En fachada, ante la imposibilidad de abrir más huecos que los existentes, se optó por concentrar el esfuerzo y el presupuesto en unas contraventanas y puerta principal de acero que permiten cerrar la farmacia por la noche. El resto del paramento original, sin ningún tipo de tratamiento superficial, se pintó de negro, lo que ha ayudado a reducir el número de grafitis y que cuando estos aparecen se solucionen antes de abrir la farmacia con cuatro brochazos.