Hace un tiempo, en el año 2017, prometimos a nuevos clientes nuestros que sabíamos hacer un "muro degradado". Uno que empieza sellado pero se desvanece y desaparece en la nada... en el aire. En retrospectiva, lo prometimos bastante rápido, sin saber la aventura a la que nos llevaría esa promesa.




¿Por qué es necesario desvanecer una pared? Queríamos aumentar la intimidad con respecto al vecino de al lado y, al mismo tiempo, proporcionar abundante luz natural a la planta del sótano. Para conseguir ambas cosas a la vez, una pared difuminada parece la solución perfecta.




En los meses y años transcurridos desde entonces hemos sudado mucho por esa promesa. Sudamos porque costó cientos de horas de trabajo desarrollar el sistema de desvanecimiento. Sudamos porque plasmar esa fantasía en una restricción presupuestaria es casi imposible. Sudamos porque comprendimos que, aunque la física y el photoshop empiezan con la letra P, ésas son todas las similitudes que comparten. Pero sudamos sobre todo porque en algún momento tuvimos miedo. Miedo de no estar a la altura de ese reto y esa promesa. De que fuera imposible. El primer modelo de sitio era inestable. El segundo no tenía luz. El tercero estaba fuera de presupuesto. El cuarto.... bueno... ya os hacéis una idea. No fue fácil ni sencillo.



En agosto de 2022 por fin pudimos respirar y secarnos todo el sudor, y fueron las toallas. Al final de ese verano, el muro estaba en pie, tal y como lo habíamos imaginado: desvaneciéndose lentamente hacia el cielo.