El mayor reto al que se puede hacer frente en el diseño de espacios hosteleros es sin duda la intervención en un local / negocio férreamente establecido a lo largo de los años. Es el caso del restaurante Cañadío Santander, restaurante de referencia en la ciudad con una dilatada historia cuajada durante 35 años.
A lo largo de este periodo de tiempo el local había sufrido múltiples intervenciones parciales, dando como resultado un espacio desestructurado en el que se mezclaban excesivos códigos de materiales, mobiliario e iluminación.
El proyecto busca otorgar al restaurante un carácter espacial y estético acorde a la fuerte identidad que su oferta gastronómica lleva haciendo disfrutar a sus clientes durante tanto tiempo; un espacio que transmita orden y jerarquías, en el cual cada zona sea dotada de los elementos necesarios para el disfrute del visitante (bar-cocina-sala).
Utilizamos madera, cerámicas y hierro como hilo conductor del proyecto, aplicando en cada zona variaciones que aporten a cada parte un carácter propio dentro del conjunto del restaurante.
Al acceder a Cañadío lo hacemos a través de bar. Una gran barra de pinchos respaldada por una trasbarra a modo de ultramarinos dotan al espacio de continuidad, prolongándose hasta la cocina para convertirse en la escalera de acceso al comedor reservado. La madera oscura se aplica en paramentos verticales mientras que la clara está presente en el mobiliario. Un gran mosaico de fotos recoge los momentos más memorables de Cañadío a lo largo de su historia.
La cocina se propone como escenario y foco de atención visual desde el bar y la sala, gracias a la intensa actividad de empleados y al tratamiento con azulejo verde vitrificado.
El comedor se ubica en una sala que antiguamente fue una destilería de aceite; en ella se descubren los elementos constructivos propios del edificio que data de principios del siglo XX, tales como arcos de ladrillo macizo y pilares de forja, los cuales se convierten en protagonistas del espacio y manifiestan la historia del local. La apertura de una nueva ventana y la altura de los techos aportan al comedor una gran luminosidad y amplitud. El suelo de madera de roble se prolonga en las paredes laterales formando un zócalo de madera y recogiendo al comensal en un espacio de confort y tranquilidad. Los colores claros de los textiles y las maderas de roble del mobiliario generan un espacio sencillo y elegante.