Desde las las primeras cuevas, se tardaron siglos en conquistar la privacidad de la casa. Patios frescos, accesos serpenteantes, sombras precisas. El uso adecuado de la luz y la vista, pequeñas aperturas en gruesos muros.
La arquitectura hoy ha olvidado la importancia de la privacidad y ha sucumbido al exhibicionismo. Grandes ventanas en muros finos sin mirar a nada, enseñando todo. Cambiando misterio por evidencia.
“La madriguera” pretende devolver la casa a su esencia, reclamando la importancia de lo introvertido frente a lo extrovertido.
La casa como guarida, un lugar oculto, un escondite. Un reflejo que distorsiona, que amplia el jardín, que confunde y protege. No se acierta a ver el interior, un poco más adelante, aquí sí intuyo algo a través del gran óculo color plata que perfora el reflejo. Pero, ¿qué hay dentro? Una mujer se mira en un espejo, en un jardín sumergida en un estanque.
La visión opuesta, desde el interior, queda invadida por la vegetación, un estanque lleno de agua y flores que inunda la vista a través del óculo.
La pieza reflectante acoge el uso más privado de la vivienda, dormitorio y aseo, abriéndose en ella huecos controlados que permiten la correcta ventilación e iluminación, pero siempre evitando las visiones directas desde el exterior. Introvertida y acogedora, la madriguera en esencia.
El resto de usos de la vivienda, cocina-comedor, estar y estudio, quedan concentrados en el volúmen contiguo, viejo taller de pintura. Como estrategia, se dispone el mobiliario fijo en el perímetro, dejando la mayor superficie posible libre y eliminando los espacios de circulación. La cubierta traslúcida de esta espacio, lo llena de luz cenital todo el día.
Constructivamente se opta por un solución estructural de rápido montaje, perfiles en U galvanizados que sustentan paneles de madera reciclada OSB. La envolvente se completa con aislamiento de corcho natural y algodón reciclado. El interior se forra de madera de pino, abrigandolo y haciéndolo más acogedor.
El óculo, al igual que el resto de carpinterías, se ejecutan en acero galvanizado cepillado, que refleja y difumina la luz del exterior. En la cubierta, dos linternas de este mismo material se abren al cielo bañando de luz el espacio.