La nueva zapatería Álvarez de la Rambla Cataluña, debía ser mucho más actual, pero manteniendo la esencia de la marca, aprovechando parte del mobiliario de madera del antiguo local. El local presentaba muchos desniveles y para evitar escalones y mejorar la accesibilidad, se niveló el espacio con rampas y espacios planos de exposición.
La zona de la entrada y el antiguo escaparate se dejó abierta para invitar a entrar a la gente que paseaba por la calle. Para integrar los muebles antiguos en la nueva tienda, se hizo una caja neutra y se escogieron cuidadosamente los materiales.
El pavimento fue una solera blanca de hormigón y en las paredes se colocó un papel de pared blanco con molduras, que recordaba el techo de la antigua tienda y a las típicas casas del ensanche. Para dar ligereza, se introdujo mimbre y luz inferior a las estanterías suspendidas y para aportar color se colgaron kokedamas y se creó un patio inglés ajardinado.
