climbing up the plot

El proyecto tiene su origen en las características singulares del terreno. Se trata de una parcela irregular con un desnivel de casi 20 metros y una pendiente media del 48%, a la que se accede por la cota inferior, con unas extraordinarias formaciones graníticas y una fantástica panorámica del embalse de Santillana. La solución adoptada responde a estas condiciones inusuales intentando, primero, situar la mayor parte de la vivienda lo más alto posible para obtener las mejores vistas y alejarse de las construcciones vecinas –cumpliendo a la vez una normativa urbanística que obliga a apoyar la edificación en el terreno-; segundo, respetar al máximo las rocas e incorporarlas en la medida de lo posible a la edificación; y tercero, dotar a la vivienda de la mayor superficie posible de terrazas-jardín, dada la escasez de terreno horizontal en la parcela. El resultado es una edificación lineal, orientada hacia el paisaje y la luz de la mañana, que se inserta en la parcela aprovechando su dimensión más ancha, y se escalona para adaptarse al terreno y las rocas. Para disfrutar al máximo de su extraordinaria situación, el esquema habitual de vivienda se invierte: en la planta más alta y alejada de la entrada se sitúan el estar principal, la cocina y la suite principal, mientras que el resto de dormitorios se sitúan en la planta más cercana al acceso. El proyecto trata también de difuminar las convenciones del programa doméstico, rompiendo las barreras entre zonas de día y noche, y comunicando los espacios entre sí de forma que puedan disfrutar de una cierta ambigüedad y flexibilidad. La envolvente del edificio se quiebra para lograr un volumen más fragmentado que dialogue con el lugar. Además, de esta forma se crean espacios intermedios que establecen nuevas relaciones internas y vistas cruzadas que rompen una experiencia demasiado unidireccional de la vivienda. La relación con el exterior se matiza gracias a la relación más cercana con las terrazas y el jardín. La expresión material del edificio busca una cierta sofisticación brutalista en consonancia con la naturaleza abrupta del lugar. La estructura de vigas y pilares metálicos con forjados de chapa colaborante se manifiesta en algunos puntos tanto al exterior como al interior, conviviendo con materiales naturales como la madera o la piedra. El exterior se recubre de chapa de acero lacada en negro para contrastar con el paisaje y el jardín, como si se tratase de un organismo extraño que trepa por el terreno.

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