La posibilidad de actuar (de pensar) al borde de una colina, frente a un paisaje maravilloso como es el extenso pantano de Orellana, ofrece una oportunidad única e irrepetible.

La responsabilidad de tratar de conceptualizar sensaciones, actitudes y acciones sobre las tipologías demandadas para luego construirlas se resume en: ver, mirar y contemplar.

Con estos precedentes se idean estas piezas habitables, que con un carácter de ocupación temporal, vuelcan todo su espacio interior hacia el horizonte. Es en definitiva el modo de habitar el que determina la forma sólida y contundente, de hormigón, que envuelve el espacio y lo focaliza hacia un único hueco que se pliega y se asoma sobre la colina.

Como lo hizo Libera en Capri, introducimos la ventana como generador del espacio para que el paisaje (ver), la luz (mirar) y el tiempo (contemplar) sean los protagonistas.