Todo proyecto comienza con un cliente, un lugar y un programa. Este comenzó con una pareja, una conversación y una maqueta hecha con los objetos de la mesa. En ese momento se reconoció que la forma que los clientes tenían en mente, incluso sin saberlo, se había logrado.



La conversación desembocó en un prototipo de dos plantas. El espacio privado modela el volumen superior, más cerrado, casi como una concha, y el volumen inferior crea libertad para el campo visual. El usuario se siente libre de caminar por los espacios comunes, lo que crea una mayor fluidez espacial. Todos los espacios tienen detalles, como el diseño del mobiliario, que han sido pensados e integrados en la propuesta arquitectónica desde el principio.








