El diseño de esta casa relativamente modesta tiene una clara influencia japonesa. La secuencia de entrada cuidadosamente coreografiada, la claridad del material y la presencia escultórica de la casa tienen sus raíces en la tradición residencial japonesa. El edificio se basa en tres elementos: una caja de hormigón, una caja de madera y el muro bajo de hormigón que encierra el patio de entrada. La ventanilla de la fachada es reducida, lo que se suma a la naturaleza escultórica del edificio y crea una sensación de misterio.

Para ingresar al edificio uno se desliza entre las dos paredes de concreto superpuestas en el frente y luego pasa por el santuario del patio de entrada antes de llegar a la puerta principal. La puerta se abre en un vestíbulo de entrada que tiene un techo bajo y es un poco oscuro. Desde aquí se pasa a través de una abertura en la caja de hormigón para acceder al alto y brillante volumen del espacio principal. La abundante luz natural y las amplias vistas al patio delantero y al jardín trasero sorprenden, ya que inicialmente son difíciles de reconciliar con la fachada en blanco.

El primer piso es básicamente un espacio único donde los leves cambios de nivel delinean la función entre el comedor, la cocina y la sala de estar. Hay una oficina oculta que permite a los propietarios trabajar en este espacio durante el día y luego, literalmente, cerrar la oficina en los momentos en que el trabajo debe ser olvidado. Las sencillas y brillantes habitaciones blancas del segundo piso contrastan con la planta baja con sus paredes de madera y hormigón.