La renovación de un hotel anticuado en la pequeña y económicamente deprimida ciudad de Badajoz (España), emprende el difícil reto de la coexistencia de usos (hotel, restaurantes, discoteca y casino) y explora una audaz reinvención del concepto de lujo. Se repetirá un "fondo negro" global para sacar a relucir con gran fuerza una serie de recursos específicos en la luz artificial LED y sus posibilidades. Es la vida nocturna y el ocio lo que invoca este interior, y con ellos una gran explosión de destellos curvilíneos de luz dorada dibujados en los espacios.
A través de estos recursos, un gran atrio posibilita un juego extático de luz y reflejos en el que se pierde la noción del espacio, y quizás también la del tiempo. El sistema de iluminación fue diseñado desde cero y hecho a medida por los arquitectos, que diseñaron un perfil de aluminio muy versátil, capaz de doblarse tridimensionalmente para adaptarse a todas las curvas del interior. El 90% de los elementos pudieron ser prefabricados e instalados en el sitio, lo que permitió una construcción extremadamente rápida que sólo tomó seis meses.