La luz, la intimidad, el equilibrio y la contemplación de los espacios exteriores son algunas de las características más llamativas de la Casa RCR, un refugio situado en una zona residencial de Anadia, en el centro de Portugal. 
 
Este ejercicio de equilibrio y distribución de volúmenes ha permitido diseñar espacios para vivir plenamente, unos más privados e íntimos y otros en afinidad con el exterior, manteniendo el carácter íntimo y de refugio en relación con su entorno. Además de crear una dinámica espacial particular, la coordinación de dos espacios superpuestos y perpendiculares también ha creado diferentes relaciones visuales entre los espacios vacíos y los llenos, entre la luz y la oscuridad provocada por el juego de sombras, entre las áreas privadas y semiprivadas y la vista de la circundante Serra do Caramulo en el fondo.
 
El programa funcional se distribuye en dos plantas: jardín, zona de barbacoa, salón y comedor con una fuerte conexión con el exterior, instalaciones sanitarias, cocina, tres dormitorios, oficina y garaje. La zona de circulación incluye una escalera lineal bajo un lucernario junto al despacho, que ilumina tanto el interior de la casa en la planta superior como el despacho/biblioteca, favorecido por un techo de doble altura y una relación visual con el jardín exterior.
 
Los espacios están dispuestos para crear una relación coherente y distinta entre el interior y el exterior, con la entrada de luz donde se funden. Las habitaciones de la primera planta tienen vistas al paisaje donde se encuentra la Serra do Caramulo, en una estructura que se proyecta hacia delante desde el límite inferior de la planta. La luz natural es una presencia constante, como se aprecia en las habitaciones, con aberturas laterales de lamas y persianas metálicas que filtran la luz sin eliminar la vista del paisaje circundante desde el interior.
 
Un volumen equilibrado enmarca la entrada principal de la casa en un lado, y en el otro, la estructura descansa sobre una losa de hormigón que cubre el salón y el comedor exteriores y la barbacoa.
 
Al igual que la imponente escala de la Casa RCR, la entrada principal de la casa está servida por una gran puerta. 
 
Las paredes revestidas con lamas de aluminio lacado en la planta baja y en la estructura que contiene la oficina, así como las grandes láminas de vidrio negro mate lacado en la estructura superior de las habitaciones, crean un gran contraste de colores, refuerzan las formas horizontales y reducen el peso volumétrico aparente. En la parte trasera de la casa, el salón se extiende sobre una única planta baja cubierta con una losa de hormigón visto y una estereotomía de vigas de madera resultante de la combinación de encofrados de pino, que busca introducir un guiño a la naturaleza en un material puramente contemporáneo, creando una relación poética con los jardines exteriores, a veces separados por caminos de listones de madera y corteza de pino. 
 
 
Esta obra promueve relaciones profundamente conectadas: entre interior/exterior, entre usuario/espacio circundante y también entre espacio circundante/volumen creado, un ejercicio de rigor contemporáneo donde la naturaleza y la poesía están en el centro.