Esta renovación completa de una estructura existente en un centro turístico costero de Los Cabos, México, fue diseñada para aportar el ambiente local al proyecto. Situado frente a una espectacular vista del Océano Pacífico, el edificio se transformó para crear una transición entre un patio tradicional mexicano y las vistas abiertas al paisaje.
El clima desértico, la flora árida y las construcciones de adobe inspiraron una mezcla entre el vocabulario regional y los elementos cosmopolitas. Los colores imitan los tonos terrosos del contexto, y la mayoría de los materiales utilizados proceden de proveedores locales.
La entrada es a través de un pequeño pasillo bajo una cúpula de ladrillo preexistente. Las paredes laterales están protegidas por cables de acero, inspirados en el hierro forjado de la arquitectura colonial. En un lado, un gran armario de madera rústica está lleno de cajas de flores, como en los mercados tradicionales, mientras que en el otro, las botellas de la bodega funcionan como un filtro, dejando sólo una visión del interior del restaurante.
Las piedras forman un patrón orgánico en el suelo y conducen al bar del patio central, protegido por un parasol retráctil. Las vigas de acero corten sostienen la pérgola de ramas que filtra la abundante luz presente todo el año en este lugar costero. Grandes estanterías flotan suspendidas de cables de acero, enfatizando las líneas horizontales del patio. Apoyan los jarrones de cerámica de fabricación local llenos de plantas, una referencia a los jardines mexicanos que inspiraron a Luís Barragán. Las estanterías se interrumpen con secciones rectangulares que enmarcan las habitaciones vecinas y amplían la vista hacia el mar. Se han colocado bancos de madera de derribo a lo largo del perímetro del mostrador, reforzando el ambiente rústico del espacio.
Junto al patio, la terraza y el comedor tienen suelos de baldosas y techos de madera. Se han dispuesto mesas para acomodar tanto a las parejas como a los grandes grupos de amigos, que son la mayoría de los clientes de Los Cabos.
La decoración interior utiliza iconos del mobiliario mexicano, como piezas diseñadas por Clara Porset y Luís Barragan, así como muebles italianos revestidos con tejidos y fibras naturales que remiten a las tradiciones locales de tejido y pintura. Los motivos indios aportan colores complementarios a los tonos tierra y los materiales rústicos utilizados en la arquitectura. Los nichos con bordes redondeados, como en las construcciones de adobe, ponen de relieve la artesanía local.
El mayor añadido a la arquitectura preexistente es una caja de madera en voladizo. Está en un nivel más bajo que el resto del restaurante y se abre al Pacífico. Protegido únicamente por una balaustrada, el espacio está dominado por un gran banco cuyo respaldo es el suelo del nivel superior. En el exterior, una cubierta de madera se funde con el jardín, con sofás, mesas y una chimenea en el suelo.
Este restaurante en Punta Ballena es un ejercicio de equilibrio entre la reinterpretación de las referencias mexicanas del contexto y la integración de un proyecto existente en el paisaje. Sigue la búsqueda de Studio Arthur Casas de mezclar espacios interiores y exteriores; influencias locales y cosmopolitas.