Todavía no sabemos si ha sido algo positivo, pero curiosamente gran parte del trabajo que generalmente corresponde a las primeras fases de un proyecto en este caso lo resolvían las propias bases del concurso. No tuvimos que preocuparnos por la ubicación dentro del solar, la forma de la planta (circunferencia de 44 metros de radio), la situación del acceso principal y de la entrada de vehículos, la altura máxima (baja + 4 ó 20.20m), y de la distribución por plantas del exhaustivamente detallado programa. Ante este rígido panorama nos sorprende la variedad de usos que debe albergar el edificio, tanto en número como en tipología, debiendo funcionar de manera totalmente independiente unos de otros, lo que conlleva un gran número de visitantes de características diferentes utilizando el edificio simultáneamente a lo largo de todo el día. Desde el principio pensamos que esta heterogeneidad interior debía reflejarse en el volumen resultante, lo que necesariamente implicaba una RE-programación general que nos permitiera sustituir el programa extendido en horizontal en todas las plantas por apilamientos verticales que contuvieran la misma tipología de uso, grado de accesibilidad y tipo de usuario. Al mismo tiempo una disposición lineal de los diferentes usos a lo largo de la fachada, unida a la forma circular de la misma, nos permite poner en contacto de forma natural todos los volúmenes. El grado de conexión general dependerá de las necesidades de funcionamiento. Cada uno de estos volúmenes contiene su propio núcleo de comunicación, ya sea público o restringido, para funcionar de forma independiente, pero a la vez todos ellos se cosen mediante una circulación restringida que garantiza la coexistencia de la totalidad y favorece la flexibilidad en futuras modificaciones.
El resultado es un edificio de múltiples caras, variable según la hora del día y el día del año, que refleja la heterogeneidad de su interior a la vez que resuelve de manera sencilla situaciones complejas, alcanzando un grado de flexibilidad suficiente para permitir la participación activa del usuario final. Un edificio que se abre al contacto directo con el Campus, que invita a entrar, a ser recorrido, atravesado, pero que al mismo tiempo reserva espacios donde crea las condiciones óptimas para trabajar. Un edificio donde la mirada frontal se enriquece con visiones oblicuas a través de patios de escala privada que multiplican las fachadas por donde entra la luz. Una línea quebrada de disposición radial que responde de la misma forma pero distinto tratamiento a los estímulos del entorno y a las necesidades de su interior, sin perder en ningún momento su vocación circular.