Enclavado en el corazón de una majestuosa montaña, dentro de un inmenso bosque de arces, el Chalet TISSARAOUATA encarna una visión arquitectónica con un objetivo claro: mostrar un profundo respeto por el entorno e impactar lo menos posible en la tierra.
El enfoque arquitectónico adoptado fue a través de la amplitud, considerando el contexto de forma holística. La topografía del terreno, las trayectorias del sol y las líneas naturales del paisaje se estudiaron meticulosamente para crear una residencia que se integra perfectamente en su entorno. El chalet, que sigue sutilmente los contornos del terreno, se convierte en algo más que una residencia: es también un lugar de meditación, un refugio relajante que permite escapar de las presiones de la vida urbana y recargar las pilas en estrecha conexión con la naturaleza.
Inspirado en las longhouses indígenas Tissaraouata, el chalet se diseñó para que sirviera tanto de retiro para los clientes como de punto de reunión colectivo, capaz de alojar a sus hijos y futuros nietos minimizando al mismo tiempo su huella en el terreno. Para alcanzar este ambicioso objetivo, el proyecto exigió una seria consideración del volumen real de espacio cerrado necesario para satisfacer las necesidades de los ocupantes. Se creó un sótano que puede alojar cómodamente hasta 12 personas, con una distribución optimizada gracias a un diseño arquitectónico flexible y versátil, que permite disponer los niveles superiores sin comprometer la armonía con el sensible entorno. La modesta superficie del espacio habitable principal se ha compensado hábilmente con una distribución diáfana y una doble altura, que aportan cualidades unificadoras y estéticas que disuelven los límites visuales. El mobiliario interior, hecho a medida, se ha rediseñado para encarnar los principios de un estilo de vida minimalista.
Tiras de cedro natural y negro envuelven con elegancia las fachadas exteriores del edificio principal, creando la impresión de un conjunto de casas de silueta sencilla: una estructura rectangular con tejado inclinado. Este efecto se acentúa con las cabañas laterales contiguas, réplicas fieles de la construcción principal. Inspirado en la noción fundamental de hogar nórdico, el tema se convierte en un motivo recurrente.
Grandes aberturas salpican estratégicamente el edificio, estableciendo una transición fluida entre el interior y el exterior. Esta configuración permite que una luz natural suave y uniforme bañe todo el espacio habitable, al tiempo que ofrece una conexión visual directa con las imponentes montañas de Shefford, tanto si uno está quieto como si se desplaza por el interior de la casa.
La arquitectura interior del chalet está marcada por el uso del pino nudoso como material central, rompiendo con los estereotipos que confinan este tipo de madera a la estética rústica. Su textura, realzada por acabados suaves y naturales, aporta un toque cálido y auténtico a la vez que establece una coherencia estética en todo el espacio, satisfaciendo así las necesidades esenciales de los residentes que deseaban una vivienda contemporánea con espíritu de chalet.